domingo, 29 de marzo de 2015

Mierda de Artista en el Teatro Flumen de Valencia by Victoria


Todo empezó con un mensaje: “¿Tienes algo previsto para el 31 de enero y el 1 de febrero?”.
Y, el caso, es que sí lo tenía; pero cuando Elia me contó que “Mierda de artista, el musical” venía a Valencia y que además, Marta haría el personaje de Sofía Canevaro, mis planes cambiaron por completo.
Después de varias semanas planeando y no viendo el momento de que llegara el sábado 31, ¡por fin, ERA 30 DE ENERO! Además de ver el musical, iba a ver en persona a la personita con la que había compartido tantos buenos y malos momentos, locuras y demás avatares.

Madrugué mucho el 31 ( las 6.30h de la mañana no es una hora de recibo para emprender un viaje) pero en Valencia me esperaba mi chiqui, que llevaba 12h de viaje a sus espaldas, por lo que mi “madrugón” dejó de ser importante. Elia era exactamente como yo había imaginado: Chiquitina, dulce y adorable. Parecía que fuésemos amigas de toda la vida, aunque creo que hemos compartido tantos ratos que lo somos realmente.
Comenzamos la mañana tomando un café, y preparando una sorpresita que llevábamos para Marta y Jordi, mientras esperábamos a que Ana (nuestra anfitriona ) nos recogiera junto a Paquito para después ir a la estación a por Pilar, que venía de Zaragoza.

Y aquí tengo que hacer una mención especial a Ana. Nos acogió en su casa, y nos trató como si fuésemos de la familia cuando nunca nos había visto. Conocimos a su marido, y a sus hijos. ¡Y me “enamoré”!, de un pequeñajo de 6 años, llamado Oscar, que me robó totalmente el corazón. Además de ser un bicho, es un futuro artista. Se sabe todas las canciones de mil musicales y las canta…… genial!!!
Pasamos una mañana super agradable con Paquito, Ana y Oscar. A las 13h recogimos a Pilar (otro solete de niña, mañica hasta la médula ) y después de una tarde estupenda, llegó la hora de ir al Teatro Flumen.


Cuando se apagaron las luces y escuché esa voz inconfundible iniciando la subasta…..empezaron casi dos horas de risas, canciones, bailes, … en fin, genialidad absoluta. Marta apareciendo con su “Pieroooooo cariño” que no podía estar más deslumbrante. Jordi, con ese bigote y esos pitillos rosas, haciendo un papel que no puede estar más alejado de lo que había hecho hasta ahora.

Y el resto del elenco, al que no había tenido nunca la suerte de ver ni de escuchar, empezando por Ferran González, monstruo sobre el escenario (con ese pedazo de voz que sí conocía porque mis hijos han visto un millón de veces “Hercules”), Xenia, embarazadísima y preciosa en su papel de Apolonia, Anna, la inocente periodista y Joan Miquel, al piano con ese personaje omnipresente y casi mudo. Tenía unas expectativas altas sobre el musical que se cumplieron con creces. TODOS, desde el primero al último hacen un trabajo espectacular.
Y esas casi dos horas pasaron como dos minutos. Pero no importaba. Repetíamos al día siguiente, jejeje.


Al terminar, esperamos a los chicos para darles unos muñequitos, que les encantaron. Y pudimos saludar un momentito a Jordi y a Marta. Por cierto, Marta estaba radiante. Había ido a verla su madre, sin esperarla y no cabía en sí de contenta. Daba gusto ver su sonrisa ante la sorpresa.
Y así, con la canción de El arte es colosal en la cabeza, nos fuimos a dormir, sin parar de hablar y sin poder consolar a la mañica porque al día siguiente tendría que volver sin hacer doblete.

Al día siguiente amaneció un día nublado. Pero nos daba igual. Volveríamos al teatro para disfrutar de nuevo de El Mierda. Pasamos la mañana Elia y yo solas, dando una vuelta por el centro de Valencia, porque Pilar había ido a ver a sus tios, Ana trabajaba y Paquito volvió a Madrid. Después de dejar a Pilar en la estación, nos fuimos para el teatro. Estábamos nerviosas porque la noche anterior, como Marta y Jordi no habían podido casi estar con nosotras, nos dijeron que el domingo hablaríamos tranquilamente. Por eso, al terminar la función, de la que disfruté incluso más que la primera vez, esperamos a que salieran. Estaba por allí Miquel Peidro, con su familia y un montón de gente esperando. Cuando no quedaba nadie vinieron a hablar con nosotras. No puedo describir lo pacientes, amables y cariñosos que fueron con nosotras. Compartimos un rato inolvidable, les entregamos la sorpresita que llevábamos, que les hizo mucha ilusión (casi tanta como a nosotras hacerla), y tras muchos besos, gracias y más besos, cada uno emprendió su camino. Ellos con sus compañeros y Elia y yo a la estación de autobuses a esperar hasta las 3 de la madrugada para volver cada una a su casa y a su vida, después de un fin de semana maravilloso, lleno de emociones, de encuentros esperados y de conocer a personas geniales.


Sólo espero poder repetir prontito y volver a ver a todos de nuevo.

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